Goya inicia un periodo de aislamiento y amargura con sucesivas enfermedades que le obligarán a recluirse en la Quinta del Sordo, finca en las afueras de Madrid en la que realizará su obra suprema: las Pinturas Negras, en las que recoge sus miedos, sus fantasmas, su locura.
Duelo a garrotazos.
En la escena vemos a dos hombres, enterrados hasta las rodillas, que luchan a bastonazos; según muestran las radiografías, Goya no enterró a ambos personajes, sino que fue el restaurador de toda la serie, Martínez Cubells. Al fondo se observa un paisaje donde también se aprecia la mano del restaurador. El Duelo a garrotazos siempre ha sido considerado como un enfrentamiento fratricida, aludiendo a las guerras civiles españolas, aunque se puede extender a la violencia innata del ser humano que tanto criticaba la Ilustración. Por lo tanto, sería la imagen más real y cruel de las Pinturas Negras, donde se elimina todo elemento fantástico. Es una de las más coloristas de la serie, lo que puede ser interpretado como un rayo de esperanza y de vida tras el final de la violencia. Demuestra, por tanto, la preocupación de Goya por la situación política que le tocó vivir, angustia que llevó hasta su propia casa.
Parcas.
En la escena vemos representadas a las Tres Parcas: Atropos, a la derecha, con sus tijeras era la encargada de cortar el hilo de la vida; Cloto, a la izquierda, porta una especie de figurilla que podría simbolizar el alma; en el centro aparece Laquesis que mira a un objeto identificado como una lente o un espejo, símbolo de lo transitorio. La cuarta figura con las manos atadas a la espalda sería posiblemente el ser humano que es llevado por las Parcas a su destino, a la muerte. Sin duda, el tema de la muerte suponía una de las obsesiones de Goya, ya anciano, continuamente enfermo y cansado de vivir.El colorido es más claro en el paisaje, dando una aspecto fantasmagórico a la escena. Como en sus compañeras, la pincelada es rápida y vigorosa, aplicada con enorme violencia.
Asmódea.
En ella vemos a dos figuras volando que señalan a un peñón. Dos soldados parecen apuntar hacia ellas, mientras un grupo de jinetes a caballo intenta tomar la peña. Posiblemente el pintor haga una referencia a la situación política tan tensa que vive España en los momentos en que fue pintada, con los ecos de la intervención francesa de los Cien Mil Hijos de San Luis. Quizá los franceses sean esos jinetes que vemos en el plano medio de la composición, mientras Asmodea intenta avisarnos de la demolición del edificio liberal, simbolizado por la peña, de modo que los fusileros aludirían a las depuraciones que vendrían después, cuando Fernando VII implantase con fuerza el absolutismo. El colorido usado por el maestro en esta escena la hace de las más interesantes de la serie; los tonos son aplicados, como en las demás imágenes, a través de largas pinceladas, utilizando la espátula, la cuchara y hasta sus propias manos.
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