1. Los ejes de la autarquía (1939-1959).
Siguiendo
sus principios ideológicos, el régimen de Franco aplicó la autarquía como
política económica. Era considerada como la receta necesaria para sacar a
España de su atraso y convertirla en un país industrial. Se entendía que para
que un Estado fuera considerado militar y políticamente fuerte tenía que ser
económicamente autosuficiente. Cuando finalizaron los enfrentamientos
militares, la economía estaba profundamente desarticulada. La producción
agraria e industrial era muy inferior a la de 1935, las reservas de oro y
divisas habían desaparecido, y la red de transporte se encontraba muy
deteriorada. Las destrucciones de edificios e instalaciones fabriles fueron
moderadas, aunque el régimen las utilizó como elemento de propaganda para justificar
la mala situación. El régimen pretendía alcanzar la autosuficiencia económica a
partir del aislamiento del exterior y de la sustitución del sistema económico
liberal, basado en la iniciativa privada, por otro en el que el Estado,
aplicando una política intervencionista, era el encargado de industrializar al
país. El cine en España sirvió como método de evasión ante la dura realidad
económica y como propaganda ideológica del régimen.Tema 10. El primer
franquismo (1939-1959). La autarquía tuvo tres grandes ejes de actuación. El
primero fue la reglamentación de las relaciones económicas con el exterior.
Importaciones y exportaciones pasaron a estar completamente controladas, siendo
necesario contar con una autorización administrativa para realizarlas. Con esta
medida, se pretendía determinar los productos fundamentales y los que eran
superfluos, decisión sobre la cual influyó también la escasez de oro y de
divisas. El cambio de la peseta, irreal y sobrevalorado, era otro impedimento
para el comercio. Como consecuencia, se encarecieron los productos que la economía
tenía que importar (el petróleo) y se produjo una gran escasez de bienes de
consumo y de materias primas. El segundo fue el fomento industrial, orientado
hacia las actividades de interés estratégico, con el objetivo de alcanzar un
poder suficiente para asegurar la independencia militar y política del nuevo
Estado. La actuación se orientó a impulsar las industrias de bienes de equipo,
que recibieron una importante y continuada ayuda pública, lo cual generó un
gran gasto público con efectos inflacionistas muy importantes. En 1941 se fundó
el Instituto Nacional de Industria (INI), un conglomerado de empresas públicas,
perfecto ejemplo de actuación del Estado en la economía. Inicialmente, se
planteó llegar a todos los sectores industriales, sin embargo, se centró en la
producción de energía, siderurgia, material de transporte, industria del
automóvil y transporte aéreo, en fertilizantes, aluminio, fibras textiles
artificiales y construcción naval. También se estatalizaron los ferrocarriles
(RENFE, 1941) y la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE, 1945). A su
vez, se impulsó la construcción de embalses y de centrales eléctricas. El
tercer eje de actuación afectó al sector agrario, que sufrió una profunda intervención
por parte del Estado. Los proyectos de colonización y de política hidráulica no
alcanzaron los objetivos previstos. Sin embargo, fue en la producción, comercialización
y fijación de precios donde el Estado se esmeró. El Servicio Nacional del Trigo
(SNT), creado ya en 1937, fijaba los precios y adquiría la cosecha de trigo. La
lista se amplió a otros productos agrarios, cuyos bajos precios oficiales
provocaban un descenso en la producción, al fijarse por debajo de los
resultantes de la oferta y la demanda. La consecuencia fue el
desabastecimiento, por ello, los años cuarenta, quedaron en la memoria
colectiva de los españoles como los “años del hambre”. Como consecuencia del
desabastecimiento de alimentos, el gobierno tuvo que responder, desde 1939, con
las cartillas de racionamiento para organizar la distribución de los productos
de primera necesidad. La tasación de los precios por debajo de su valor, sin
embargo, dio lugar al desarrollo del mercado negro o estraperlo donde se vendía
la producción no declarada, permitiendo un enriquecimiento escandaloso para los
productores y, entre ellos, a los grandes propietarios. En muchos casos, los
precios en el mercado ilegal duplicaron o triplicaron los del mercado oficial. En
el caso del aceite y del trigo, un tercio de todo lo producido fue
comercializado a través de estos procedimientos ilegales. En definitiva, la
evolución económica durante los años cuarenta fue catastrófica. La política
autárquica fracasó, era imposible producir todo, ignorando los más elementales principios
económicos (ventajas de la especialización, economías de escala, reducción de
costes…). El que, en 1950, casi el 50 % de la población activa estuviera
empleada en la agricultura es un dato muy revelador del estancamiento que venía
atravesando España.
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1. El plan
de estabilización (1957-1959)Las dificultades que, a partir de 1956, se fueron
acumulando en el campo de la economía provocaron una radical modificación en la
política económica del régimen franquista. La situación era tan crítica que,
por ejemplo, en 1959 España se podía haber quedado sin petróleo por falta de
divisas para pagarlo. Franco había formado, en 1957, un nuevo gobierno en el
cual dos personalidades destacadas del grupo tecnócrata –técnicos ligados al Opus
Dei- ocuparon dos carteras básicas del área económica. Éstas fueron la de
Comercio, desempeñada por Alberto Ullastres, y la de Hacienda por Mariano
Navarro Rubio. A lo largo de la década de los 60 serán siempre políticos de
esta tendencia tecnócrata los que dirigirán la política económica en España y
los que dirijan la mayoría de los ministerios. Los nuevos ministros, Ullastres
y Navarro Rubio, elaboraron un Plan de Estabilización Económica, que
consideraban imprescindible para asentar sobre unabase sólida el proceso de crecimiento
económico que se quería iniciar. Para poner en marcha al Plan hubo que vencer muchas
reticencias. Ni Franco ni Carrero Blanco lo acogieron con demasiado entusiasmo.
Pero no había otra receta para sacar a España del marasmo económico.
Finalmente, el Plan de Estabilización recibió la aprobación del Gobierno mediante
un Decreto fechado el 21 de julio de 1959. Mediante este Decreto se impusieron
una serie de medidas básicas para orientar la economía del país. Citaremos sólo
algunas de las más significativas: 1. Reducción del gasto excesivo del Estado y
del de los particulares. Esto implicó restricciones en la concesión de créditos
y congelación de los salarios, para reducir la circulación fiduciaria (= para luchar
contra la inflación). 2. Desaparición progresiva de los controles del Gobierno
sobre las actividades económicas. 3. Apertura de la economía española a los
mercados exteriores. Ello obligó a devaluar la peseta (60 ptas. un dólar;
antes, 42 ptas.). La finalidad última de esta operación de política económica
era poner en contacto la economía española con la internacional. Esto se hacía
en un momento en que ésta se encontraba en una etapa de fuerte crecimiento. Por
otra parte, poco después de la publicación del decreto citado, el Gobierno dio
muchas facilidades a las empresas extranjeras que quisieran instalarse en España.
Con ello se eliminaban buena parte de los obstáculos que, en este terreno, se habían
creado a lo largo de la etapa autárquica. Para realizar esta transformación económica,
España pudo contar con la concesión de importantes créditos internacionales,
del FMI, la OECE y del gobierno y la banca norteamericanos. En resumen, este
Plan de Estabilización fue calificado como "la operación económica de más
alcance realizada por el Estado en el período 1939-1959", fue una "operación
singular y laudable de política económica". Su aplicación fue un éxito. España
va a conocer una etapa de fuerte crecimiento económico, incorporándose, definitivamente,
en el reducido club de países industrializados del mundo.
2. La España
del desarrollismo. Los resultados del Plan de Estabilización fueron inmediatos.
No obstante, a corto plazo, entre 1959 y 1960, el Plan produjo, como es normal
en este tipo de operaciones, una fuerte recesión económica (congelación salarial,
caída del consumo y de la inversión, aumento del paro…), todo estaba previsto y
entraba dentro de los cálculos. Pero a partir de 1961 se produjo un fuerte crecimiento
económico calificado por algunos como milagro español. El crecimiento se basó
en una fuerte expansión industrial que se produjo por los bajos salarios,
comparados con los de los trabajadores europeos, y la masiva llegada de
capitales extranjeros que veían en España un lugar favorable para las
inversiones. Se construyó así un tejido industrial diversificado y potente, un
fenómeno sin precedentes en la Historia de España. El crecimiento industrial atrajo
a un gran número de campesinos que huyeron en masa a las ciudades. Éste fenómeno
motivó, a su vez, un alza de los salarios agrícolas por la falta de mano de obra.
Pero este hecho contribuyó a la mecanización del campo por lo cual se produce también
la modernización del sector agrario, que iba en paralelo con el despoblamiento del
interior del país. En el sector servicios, el turismo fue el verdadero motor de
la economía: miles de europeos acudían a España aprovechando los bajos precios,
la oferta de sol y playa y la existencia de una infraestructura hotelera en
rápida expansión. La balanza comercial (diferencia entre importaciones y
exportaciones) era deficitaria, pero la balanza de pagos (donde intervienen
además más factores) se cerraba con un saldo positivo (superávit) por los
ingresos del boom del turismo, por las remesas de los emigrantes españoles en
Europa y por los capitales extranjeros invertidos en nuestro país. A partir de
1963 el gobierno intentó regular el crecimiento mediante los Planes de Desarrollo,
copiados del modelo francés. Desde el gobierno se marcaban objetivos económicos
a cumplir cada tres años en determinados sectores, complementando las medidas
con subvenciones públicas e incentivos fiscales. Dos de los objetivos perseguidos
eran la industrialización de nuevas zonas y lograr disminuir el desequilibrio económico
regional, en estos aspectos el balance fue un rotundo fracaso. El crecimiento
fue ininterrumpido entre 1961 y 1973, pero debe tenerse en cuenta que el
triunfo del Plan se vio catapultado por la bonanza económica internacional que
se da en este periodo y que posibilitó el crecimiento, de la misma manera,
cuando llegue la crisis del 1973, el contexto internacional influirá
poderosamente sobre la economía española. El aumento de los intercambios con
Europa impulsó al gobierno español a iniciar "conversaciones
exploratorias" con la CEE. En junio de 1970 España y la CEE firmaron un
Acuerdo preferencial que estuvo en vigor hasta la plena integración de nuestro
país en la CEE, el 1 de enero de 1986. En octubre de 1973 se desencadenaba la
crisis del petróleo como medida de protesta de los países árabes exportadores
de petróleo contra Occidente por su apoyo a Israel. Dos meses después, moría el
jefe del gobierno, Carrero Blanco, en un atentado terrorista de ETA. Dos hechos
coincidentes en el tiempo que abren paso al declive del régimen y a su
descomposición interna. El final del franquismo coincidía, en efecto, con una
caída del crecimiento económico, un incremento de la inflación y un aumento del
paro.
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