1erTrimestre.
4. El movimiento obrero.
Mientras el republicanismo ejerció una oposición exclusivamente política al régimen
de la Restauración, el movimiento obrero -entendido como la actividad política y social de
los obreros y campesinos para mejorar su situación y defender sus derechos- se opuso
frontalmente a todo el sistema.
El movimiento obrero en España adquirió madurez y extensión organizativa a partir
del Sexenio Democrático. Las dos corrientes de la Internacional (asociación internacional demovimientos obreros con dos tendencias mayoritarias: marxistas y anarquistas) encontraroneco en España; pero fue sobre todo la anarquista, por medio de la visita que GiuseppeFanelli en 1868, discípulo de Bakunin, realizó a España, la que adquirió mayor predicamento.Creó en Madrid yBarcelona la secciónespañola de la AIT(Federación RegionalEspañola), en 1870.La corriente marxistase aglutinó en torno aun núcleo madrileñoque entró en contactocon Paul Lafargue,yerno de Marx, en
1871.A los pocos días del golpe de Estado del general Pavía -3 de enero de 1874- un
decreto disolvía las asociaciones dependientes de la Asociación Internacional de
Trabajadores y las obligaba a entrar en la clandestinidad.
a) Los anarquistas.
En un Congreso de la Federación Regional Española de la I Internacional,celebrado en Zaragoza en 1872, la mayor parte de los congresistas habían optado por la línea anarquista. En esta opción, que significaba la separación del mundo obrero de la política
oficial, no cabe duda que influyó la deslealtad de los políticos para cumplir las promesas de
mejora social hechas en la revolución de 1868, y en especial la esperada abolición de las
quintas, lo que contribuyó a empujar al obrerismo a un odio contra el Estado, de cualquier
signo, y a la desconfianza en todo tipo de acción política reformista.
El área geográfica de este anarquismo coincidía en general con la del movimiento cantonal de1873, esto es, el tercio mediterráneo de la Península, desde los Pirineos al Guadalquivir, y enespecial Barcelona, Zaragoza y las provincias de la Baja Andalucía.En 1874 la comisión federal anarquista, ante la represión que había seguido al citado
decreto de enero, que disolvía a la I Internacional, entró en la clandestinidad. En 1881, la
legislación del gobierno de Sagasta hizo que el anarquismo retornara a la legalidad. Las
nuevas circunstancias trajeron una recomposición de las geográficamente dispersas
organizaciones para afrontar la nueva realidad, y el resultado fue la fundación, en un
congreso celebrado en Barcelona, de la Federación de Trabajadores de la Región
Española y la incorporación de nuevos afiliados que ya podían inscribirse en una
organización legal.
Los componentes de la comisión nacional de esta Federación, cinco miembros
catalanes urbanos e industriales, optaron por abandonar la idea de la destrucción del Estado y organizar una resistencia solidaria y pacífica, por lo que inmediatamente se vieron
enfrentados al sector andaluz, mayoritariamente campesino, partidario de la violencia como
única vía eficaz de cambio.La nueva organización se verá afectada por la fuerte represión que siguió al asunto dela Mano Negra (1882-1883) en el campo andaluz. Una especie de organización secreta que,acusada de asesinatos, llevó a la detención de cientos de personas en Jerez, Cádiz y Sevilla.La Guardia Civil dijo contar con documentos de esta sociedad que demostraban que estabainteresada en derribar el Gobierno, destruir el Estado y exterminar a las clases acomodadas, y la imaginación popular se encargó de añadir todo lo demás, o sea, de convertirla en prototipode "organización terrorista secreta".
Esta campaña general orquestada desde el Gobierno permitió atribuir al anarquismo
andaluz toda clase de crímenes y ampliar la culpa a los componentes de la Federación de
Trabajadores de la Región Española, puesto que, se decía, la Mano Negra dependía de ella.
La represión gubernamental consiguiente y, sobre todo, las luchas internas debilitaron la
organización, de forma que a finales de siglo XIX el movimiento obrero anarquista español,
como el del resto de Europa, se encontraba sin salida y limitado a grupos terroristas
incontrolados que llevaban a efecto "la propaganda por el hecho". Una minoría radical, en
efecto, optó por laacción directa(huelga general oatentado). Ellocondujo a atentar
contra los pilares delEstado, contra loscapitalistas y laIglesia. Losatentados dabanlugar a una nuevarepresión queprovocaba nuevos atentados. Cuando se atenta contra Martínez Campos (septiembre de 1893) y es ejecutado su
autor, meses después (noviembre de 1893) es arrojada una bomba al patio de butacas del
Liceo de Barcelona que causó 20 muertos y docenas de heridos. El día del Corpus de 1896
una bomba es lanzada al paso de la procesión, dando lugar al “proceso de Montjuich”, con laejecución de los supuestos culpables. El 9 de agosto de 1897 el anarquista Angiolillo asesinaal presidente del Gobierno Cánovas del Castillo en San Sebastián.
b) Los marxistas o socialistas.
La otra tendencia del movimiento obrero, la socialista o marxista, se limitaba en 1874
a unos reducidos núcleos de seguidores de las ideas de Marx, para quienes la “Asociación deArte de Imprimir”, presidida por el tipógrafo Pablo Iglesias, servía de refugio.
Pablo Iglesias fue convenciendo a sus compañeros de la necesidad de pasar a la
acción y formar un partido. El 2 de mayo de 1879, con ocasión de un banquete de fraternidad universal, celebrado en una fonda de la calle Tetuán de Madrid, acuerdan fundar clandestinamente el Partido Socialista Obrero Español y, además, crear una comisión
encargada de redactar el programa y elreglamento. En su ideario destacan los objetivos marxistas: la conquista del poder político por laclase trabajadora, ya bien sea por la vía electoral(cosa improbable) o bien a través de la revoluciónobrera, tal y como había hecho la burguesía. En elsiguiente paso, con los obreros en el poder, seestablecería una dictadura del proletariado con elobjetivo de desmontar el sistema capitalista ycomo paso previo hacia una sociedad sin clasessociales, sin explotadores y explotados, objetivofinal del marxismo. A partir de 1881 pudo serlegalizado aprovechando la ley de Asociaciónaprobado por el gobierno liberal de Sagasta.La salida de la clandestinidad de lasasociaciones obreras en 1881 fue aprovechadapara difundir ampliamente el programa. El PSOEse definía como un partido marxista, deorientación obrerista y partidario de la revolución
social.En 1888 se crea el sindicato socialista, la UGT (Unión General de Trabajadores) en un Congreso celebrado en Barcelona, al que siguió otro, en la misma ciudad, para celebrar el I Congreso del PSOE, cuyo objetivo era perfilar la organización del partido.
El fin de la U.G.T. era puramente económico: la mejora de las condiciones de vida y
de trabajo de los obreros, y los medios para obtener las reivindicaciones precisas serían la
negociación, las demandas al poder político y la huelga. Con unos mismos planteamientos
ideológicos, el partido sería el instrumento de la acción política y el sindicato (UGT) el
instrumento de las exigencias laborales cotidianas.
A partir de 1891 el PSOE concentró sus esfuerzos en la política electoral, presentando
candidaturas en las sucesivas convocatorias. En ese año lograban representación en el
Ayuntamiento de Bilbao, en cambio para lograr un escaño en el Congreso de los Diputados
hubo que esperar a 1910.
En cuanto a zonas de influencia, el movimiento obrero español ofreció un fuerte
contraste. El PSOE y la UGT tuvieron en Madrid, Vizcaya y Asturias sus zonas de mayor

influencia, en cambio, en Cataluña, Levante y Andalucía predominará el anarquismo.

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Nacionalismos
El Partido Nacionalista Vasco (PNV) fue fundado en Bilbao en 1895 por Sabino Arana quien -como muchos otros nacionalistas- poseía antecedentes personales y familiares en el carlismo y el tradicionalismo foralista. Dos años antes, Arana ya había fundado las primeras asociaciones bizkaitarras como respuesta a los bruscos cambios que experimentaba la sociedad vizcaína a causa de la llegada masiva de emigrantes y el rápido proceso de industrialización y modernización. Sabino Arana -que murió en 1903 cuando sólo contaba 38 años de edad- creó todo los símbolos nacionalistas (como la ikurriña) y también formuló los fundamentos ideológicos del PNV:
·  Defensa de la separación de España y creación de un Estado vasco independiente (con gobierno propio y fronteras internacionales) formado por las tres provincias vascas, más Navarra y los territorios vascofranceses de Laburdi y Zuberoa.
·  Agresivo radicalismo antiespañol, ya que los "enemigos" españoles (denominados peyorativamente "maketos", "chinos" y "moros" por Arana) habían "invadido y esclavizado” a la patria vasca ("nosotros odiamos a España con toda nuestra alma, si la viésemos despedazada por una conflagración intestina o una guerra internacional, nosotros lo celebraríamos con verdadero júbilo, así como pesaría sobre nosotros como la mayor de las desdichas el que España prosperase y se engrandeciera"). Por ello no es de extrañar que Sabino Arana enviara un telegramas de felicitación al presidente de Estados Unidos por conseguir la liberación de Cuba derrotando a los soldados españoles en 1898.
·  Exaltación racista y xenófoba de la etnia vasca, considerada como el hecho diferencial básico que demostraba la peculiaridad nacional del País Vasco. Arana proclamaba la superioridad racial de los vascos, calificaba a los españoles como la "raza más vil y despreciable de Europa", rechazaba los matrimonios entre vascos y foráneos, oponiéndose además a la afluencia de inmigrantes llegados desde el sur peninsular para trabajar como mano de obra en las fábricas vascas. Para el ingreso en el primer centro nacionalista fundado por Arana se exigía la posesión de cuatro primeros apellidos inequívocamente de origen vasco. Curiosamente, el fundador del PNV negaba la consideración de nación para Cataluña, porque su idioma era español y porque los catalanes carecían de singularidades raciales diferenciales.
·  Integrismo ultracatólico. El proyecto político aranista estaba "al servicio de Dios" ("el fin que persigo es el de conducir el pueblo vasco hacia Dios") y postulaba un Estado vasco casi teocrático donde se establecería "una completa e incondicional subordinación de lo político a lo religioso, del Estado a la Iglesia" porque "Euskadi es cristiana, Euskadi cree en Dios y Euskadi sabe que Dios no abandona jamás a los pueblos que bien le sirven".
·  Promoción de la lengua vasca y recuperación de las tradiciones culturales propias, ya que Arana observaba con temor la expansión del idioma castellano en las ciudades, la imparable desaparición del vascuence en Navarra y la disminución de su uso entre la población vasca a causa de la oleada inmigratoria y del avance de la urbanización. Además, el fundador del PNV estimaba necesario evitar cualquier influencia cultural española que -hasta en sus aspectos más insignificantes como el flamenquismo de las corridas de toros o el "baile agarrao" de pasodobles- era calificada como perniciosa y ajena al pueblo vasco.
·  Apología del tradicional mundo rural vasco (en trance de desaparición) contemplado como el modelo cultural mítico, idealizado, sin castellanizar y todavía sin "contaminar" por el aborrecido progreso industrial capitalista y por nefastas ideas modernas como el liberalismo ("obra de Satanás"), la democracia, el socialismo, el librepensamiento y el materialismo. Arana detestaba las ciudades y la vida urbana, que destruían el paisaje natural y las tradiciones folklóricas.
·  Denuncia del carácter españolista del carlismo, de manera que los peneuvistas exigían los derechos naturales de la patria vasca, pero se negaban a defender los fueros (porque eso habría significado admitir las concesiones de la Corona).
Con estos elementos ideológicos, en 1894 Sabino Arana fundó el PNV (Partido Nacionalista Vasco), de raíces carlistas y claramente conservador, expresión de los intereses agrarios y de la pequeña burguesía tradicionalista de Bilbao (la burguesía industrial se sentía bien representada en Madrid ); su lema era “Dios y ley vieja”.


2º Trimestre.
1. El impacto de la Primera Guerra Mundial.
El estallido de la Primera Guerra Mundial, en agosto de 1914, fue seguido de una
declaración de neutralidad del Gobierno español, encabezado por Eduardo Dato, que obtuvo
un respaldo prácticamente generalizado. Al aislacionismo que había caracterizado la política
española desde hacía más de un siglo, se unía la conciencia de la propia debilidad diplomática,
económica y militar.
La neutralidad, sin embargo, no impidió que la opinión pública se dividiera entre
“aliadófilos” y “germanófilos”, ni que el tema se debatiera apasionadamente en las Cortes, la
prensa y la calle. En general, la opinión progresista, los intelectuales y los sectores financieros
e industriales apoyaban a los aliados, a quienes se identificaba con el liberalismo
parlamentario, mientras los “germanófilos” eran mayoría entre los oficiales, el clero, la aristocracia y los terratenientes, que se identificaban con el orden, la disciplina y el conservadurismo asociados a la imagen de Alemania.Mucho más importantes fueron las consecuencias económicas. Tras unos meses de
recesión, provocada por la salida de capitales y el hundimiento de los negocios, a partir de
1915 se produjo un auténtico boom económico. España se convirtió en suministradora de los
países en guerra.La producción industrial creció gracias al aumento de la demanda exterior (auge de
las exportaciones y de muchos productos cuyo destino era el mercado interior) y a la necesidad
de sustituir importaciones con producción propia. La doble tendencia (expansión de las
exportaciones con la disminución de las importaciones) provocó un cambio en la balanza
comercial, con superávit entre 1915 y 1919.Por tanto, se crean o amplían empresas, se obtienen elevados beneficios empresariales,pero la expansión también produjo tensiones sociales. La Guerra, en efecto, con el incrementode las exportaciones y por los problemas para importar productos deficitarios, provocó un
desabastecimiento del mercado interior con el consiguiente aumento de los precios, muy fuerte
durante 1916,1917 y 1918. La conflictividad social, en consecuencia, se acentuó facilitando el
auge del movimiento obrero, reivindicando alzas salariales y la mejora de las condiciones de
trabajo.
2. La crisis de 1917. FOTOS!!!!
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10.2. EL BIENIO REFORMISTA.
Se llama así al período que va desde abril de 1931 hasta septiembre de 1933, que se
caracteriza por los importantes cambios que intentó el gobierno de centro-izquierda.
El Presidente de la República (desde 1931 hasta abril de 1936) fue D. Niceto Alcalá
Zamora (representante de la derecha moderada) que garantizaba la no radicalización del
gobierno republicano.
El Jefe del gobierno hasta 1933 fue D. Manuel Azaña (representante de la izquierda
moderada). Durante su gobierno se aprobaron una serie de reformas indispensables para
modernizar la sociedad y el Estado. Estas reformas no contaron con un apoyo mayoritario y
generaron graves crisis.
Reformas y crisis:
La reforma agraria. Creación del Instituto de Reforma Agraria. Se aprueba una Ley para
redistribuir la propiedad agraria (muy demandada por los jornaleros sin tierras). Los
terratenientes boicotearon esta ley y los repartos de tierras fueron muy lentos.
Reformas laborales. Promovidas por Francisco Largo Caballero (UGT) ministro de
trabajo. Se regularizan los contratos y convenios colectivos, fomentando la asociación sindical
de los trabajadores. También se regula la jornada laboral y los contratos de los trabajadores
agrarios. Tanto los empresarios como los trabajadores de la CNT se negaron a colaborar.
Reformas militares. El propio Jefe del Gobierno M. Azaña se hizo cargo del Ministerio
de la Guerra para efectuar estas reformas. Sus objetivos eran: reducir el enorme número de
oficiales con una jubilación anticipada voluntaria. Reorganizó la administración militar y cerró
la Academia Militar de Zaragoza (cuyo director era el General Franco). Someter la jurisdicción
militar al poder civil y lograr la fidelidad personal de los militares al régimen republicano.
Reforma religiosa. Creación de un estado laico independiente de la Iglesia. Se aprueban
la Ley de Congregaciones Religiosas y la Ley del Divorcio. La enseñanza religiosa deja de ser
obligatoria. La negativa de la Iglesia a aceptar estas condiciones (Cardenal Segura) enfrentó a
los católicos contra la República, y la Iglesia se convirtió en el blanco de los republicanos más
radicales.
Reforma educativa. Se intentó copiar el modelo educativo francés: unificado, público,
laico y gratuito, con trato de igualdad para niños y niñas. Se consideró la educación como un
derecho fundamental y el Estado hizo un gran esfuerzo en la formación de profesores, la
construcción de escuelas, la difusión de libros y becas. Desempeñaron un importante papel las
Misiones Pedagógicas, que llevaron la cultura, al medio rural más abandonado. Los profesores
fueron el grupo que más apoyó al régimen republicano y por eso fue el más represaliado por los
franquistas.
Reforma autonómica. En abril de 1931, el líder de ERC, Francesc Maciá proclamó la
República Catalana dentro de la República Federal Ibérica, pero al final aceptó la Constitución
de 1931 y renunció a la independencia a cambio de un Estatuto de Autonomía, que concediera
gobierno propio para Cataluña (Generalitat). Se concedió en 1932.
En el País Vasco, el primer Estatuto de Autonomía fue rechazado por ser demasiado
conservador y posteriormente cuando se presentó en 1933 será bloqueado por el gobierno de
centro derecha. Al final será aprobado en plena Guerra Civil (octubre de 1936).
La oposición a la República se organizó inmediatamente después de su proclamación,
promovida por militares nostálgicos de la Dictadura de Primo de Rivera. En agosto de 1932 el
General Sanjurjo dio un golpe de estado que fracasó. Pero la derecha se organizó para alcanzar
el poder por medios democráticos, participando en Partidos políticos.
No toda la oposición era derechista, los anarquistas más radicales crearon la FAI
(Federación Anarquista Ibérica) liderados por García Oliver y Durruti, que deseaban
desestabilizar al régimen republicano con huelgas y conflictos constantes, que a veces se
saldaban con la muerte de obreros o Guardias Civiles. El suceso más grave fue la matanza de
Casas Viejas (Cádiz) en enero de 1933, que junto con las divisiones en el seno de la coalición de
gobierno, provocó la dimisión de Azaña como Jefe de Gobierno y la convocatoria de elecciones
generales para noviembre de 1933.
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Guerra Civil.
b) Evolución política de la España sublevada.
La militarización de la sociedad.
Signo muy distinto tuvo la evolución política en el bando rebelde. La muerte del
general Sanjurjo en accidente de aviación, el día 20 de julio de 1936, cuando se dirigía a
Burgos para encabezar la rebelión, puso en primer plano la figura de Franco, a quien solamente podían hacer sombra figuras como Mola, quien también fallecería en junio de 1937. La junta técnica, creada por los rebeldes en Burgos, funcionó como embrión de un nuevo gobierno; hasta que en septiembre de ese año una reunión de generales en una finca de Salamanca acordó nombrar a Francisco Franco generalísimo y
jefe de un nuevo Estado aún sin definir. En los meses siguientes, Franco -designado interlocutor privilegiado por Hitler y Mussolini y jefe incontestable de las tropas marroquíes- lograría hacerse con la jefatura política y militar del nuevo Estado. La sublevación, que en el sur se había hecho al grito de "Viva la República", fue
adquiriendo nueva orientación cuando Franco adoptó en agosto la bandera roja y gualda y oficializó el grito de "Viva España", con lo que se ganaba la adhesión de monárquicos de distinto signo. La inexistencia de una dirección clara en la Falange -preso en Alicante su líder, José Antonio Primo de Rivera, que sería juzgado y fusilado en noviembre le permitió, con el concurso de Ramón Serrano Súñer y más tarde del líder falangista Raimundo Fernández Cuesta, ponerse a la cabeza también de ese cada vez más numeroso contingente. Con respecto a la CEDA, aunque Gil-Robles se adhirió con entusiasmo a la sublevación y se puso a las órdenes de Franco, este no permitiría su presencia en España y, al igual que el dirigente carlista Fal Conde, permanecieron retirados en Portugal. Mola, por su parte, tampoco había permitido a don Juan, hijo del destronado Alfonso XIII, permanecer en sus filas.
La unificación política.
De hecho, todas las actividades políticas habían sido suspendidas en septiembre de
1936. A comienzos de 1937, toda la España sublevada estaba disponible para ser liderada
por el general más prestigioso, y este era Franco. En febrero de 1937 estableció como
himno nacional la Marcha Real, y a finales de mes, tras algunas refriegas entre falangistas
en Salamanca y la condena a muerte del jefe nacional de Falange, Manuel Hedilla, el
generalísimo se constituyó en jefe nacional del partido único que, con el nombre de Falange
Española Tradicionalista y de las JONS, surgía para agrupar políticamente a toda la España
rebelde a la República.
El nuevo estado totalitario.
Aún seguiría funcionando unos meses más la junta técnica creada en Burgos, pero en enero de 1938 se constituyó el primer gobierno del nuevo Estado.
A partir de ese momento, el poder en todos sus aspectos radicaría en el cuartel
general del Generalísimo. El primer gobierno de Franco constituía un agregado de las fuerzas conservadoras,
compuestas por tradicionalistas, falangistas y, sobre todo, militares.
Como remate del proceso de legitimación de la guerra, el episcopado español se
dirigía en julio de 1937 a los católicos del mundo con una carta colectiva, escrita por el
cardenal Gomá, en la que explicaba la naturaleza religiosa de la guerra. Quería
desautorizar, a petición de Franco, a un sector de la intelectualidad católica extranjera que,
sobrecogic do por la represión ejercida por los nacionales sobre algunos grupos de
militancia católica, se empeñaba en desvelar motivaciones menos confesables de la
contienda. A pesar de su opción por el Movimiento Nacional, la pastoral no significaba un
cheque en blanco; al contrario, permitía entrever los recelos de la Iglesia ante la
estructuración totalitaria del nuevo Estado conforme al modelo de sus amigos, las potencias
fascistas de Europa.
2. Las consecuencias de la guerra.
Como las guerras carlistas en el siglo XIX, la Guerra Civil fue el episodio más traumático que vivió la
sociedad española durante el siglo XX. Durante tres años, conciudadanos, e incluso miembros de una misma familia, luchaban entre sí; el odio entre los españoles se acrecentó, resultando inevitable el deseo de
aniquilación del contrario. Los que vencieron excluyeron y persiguieron a quienes no se
habían sumado de manera entusiasta a su bando. El dolor de la mayoría y el rencor de muchos
era el denominador común de la España de los años posteriores a la contienda. En los últimos meses de la guerra, millares de combatientes republicanos y de familias enteras que habían defendido públicamente al gobierno legal tuvieron que abandonar España de manera precipitada, dejando atrás todas sus pertenencias y propiedades. Miles de combatientes, intelectuales, militantes de partidos y sindicatos se agolpaban en el puerto de Alicante, última ciudad en ser tomada por los franquistas, esperando tener plaza en uno de los barcos que los llevarían a algún país que los quisiese acoger. La frontera catalana con Francia era un río de personas que tuvieron que sufrir las penalidades del exilio, muchos jamás regresaron. En resumen, casi medio millón de muertos, de los que una buena parte corresponde a los asesinatos de las retaguardias o en las cárceles de los vencedores.Acabada la guerra, más de 250000 personas ingresaron en prisiones o en campos de trabajo forzado. Decenas de miles de españoles exiliados se concentraron en campos de
internamiento en el sur de Francia, más tarde se dispersaron por países europeos, por el
norte de África y sobre todo en Latinoamérica; México fue la nación que acogió mayor
número de personas y su capital se convirtió en la sede política de la República en el exilio.
Las consecuencias en la cultura española fueron importantísimas. Quedó destruido
todo el esfuerzo de regeneración cultural y educativa de la Edad de Plata de la cultura
española (1898-1936). Fueron ejecutados o destituidos por el franquismo más del 60% de
los maestros y profesores. Prácticamente la totalidad de los intelectuales de la generación
del 27 y los más notables científicos y artistas murieron o marcharon al exilio: figuras
señeras como García Lorca, Buñuel, Antonio Machado, Alberti, Picasso, Américo Castro
son buen ejemplo de esta desertificación cultural. La cultura oficial retrocedió a los tiempos
del oscurantismo clerical, la represión y la censura, propias de la época de la Inquisición.
Las consecuencias en el terreno económico fueron desastrosas para el país: la
pérdida de reservas, la disminución de la población activa, la destrucción de
infraestructuras viarias y fabriles, así como de viviendas -todo lo cual provocó una
disminución de la producción- y la caída del nivel de renta. La mayoría de la población
española hubo de sufrir a lo largo de las décadas de 1940 y 1950 los efectos del
racionamiento y la privación de bienes de consumo.
Las consecuencias políticas fueron el final de la más importante experiencia
modernizadora y democratizadora que había tenido la España contemporánea y el inicio
de un larguísimo período de represión, de falta de libertad política y la supresión de
derechos fundamentales de las personas.
En el ámbito internacional, España inició veinte años de aislamiento político, con excepción del reconocimiento que obtuvo de algunos estados, como el Vaticano y Argentina. Quedó fuera del fuerte impulso de progreso que se inició en Europa después de 1945. España llegaba a la
mitad del siglo XX sin haber solucionado sus problemas de convivencia política y sin conseguir la participación de todos sin exclusión.




1. Los ejes de la autarquía (1939-1959).

Siguiendo sus principios ideológicos, el régimen de Franco aplicó la autarquía como política económica. Era considerada como la receta necesaria para sacar a España de su atraso y convertirla en un país industrial. Se entendía que para que un Estado fuera considerado militar y políticamente fuerte tenía que ser económicamente autosuficiente. Cuando finalizaron los enfrentamientos militares, la economía estaba profundamente desarticulada. La producción agraria e industrial era muy inferior a la de 1935, las reservas de oro y divisas habían desaparecido, y la red de transporte se encontraba muy deteriorada. Las destrucciones de edificios e instalaciones fabriles fueron moderadas, aunque el régimen las utilizó como elemento de propaganda para justificar la mala situación. El régimen pretendía alcanzar la autosuficiencia económica a partir del aislamiento del exterior y de la sustitución del sistema económico liberal, basado en la iniciativa privada, por otro en el que el Estado, aplicando una política intervencionista, era el encargado de industrializar al país. El cine en España sirvió como método de evasión ante la dura realidad económica y como propaganda ideológica del régimen.Tema 10. El primer franquismo (1939-1959). La autarquía tuvo tres grandes ejes de actuación. El primero fue la reglamentación de las relaciones económicas con el exterior. Importaciones y exportaciones pasaron a estar completamente controladas, siendo necesario contar con una autorización administrativa para realizarlas. Con esta medida, se pretendía determinar los productos fundamentales y los que eran superfluos, decisión sobre la cual influyó también la escasez de oro y de divisas. El cambio de la peseta, irreal y sobrevalorado, era otro impedimento para el comercio. Como consecuencia, se encarecieron los productos que la economía tenía que importar (el petróleo) y se produjo una gran escasez de bienes de consumo y de materias primas. El segundo fue el fomento industrial, orientado hacia las actividades de interés estratégico, con el objetivo de alcanzar un poder suficiente para asegurar la independencia militar y política del nuevo Estado. La actuación se orientó a impulsar las industrias de bienes de equipo, que recibieron una importante y continuada ayuda pública, lo cual generó un gran gasto público con efectos inflacionistas muy importantes. En 1941 se fundó el Instituto Nacional de Industria (INI), un conglomerado de empresas públicas, perfecto ejemplo de actuación del Estado en la economía. Inicialmente, se planteó llegar a todos los sectores industriales, sin embargo, se centró en la producción de energía, siderurgia, material de transporte, industria del automóvil y transporte aéreo, en fertilizantes, aluminio, fibras textiles artificiales y construcción naval. También se estatalizaron los ferrocarriles (RENFE, 1941) y la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE, 1945). A su vez, se impulsó la construcción de embalses y de centrales eléctricas. El tercer eje de actuación afectó al sector agrario, que sufrió una profunda intervención por parte del Estado. Los proyectos de colonización y de política hidráulica no alcanzaron los objetivos previstos. Sin embargo, fue en la producción, comercialización y fijación de precios donde el Estado se esmeró. El Servicio Nacional del Trigo (SNT), creado ya en 1937, fijaba los precios y adquiría la cosecha de trigo. La lista se amplió a otros productos agrarios, cuyos bajos precios oficiales provocaban un descenso en la producción, al fijarse por debajo de los resultantes de la oferta y la demanda. La consecuencia fue el desabastecimiento, por ello, los años cuarenta, quedaron en la memoria colectiva de los españoles como los “años del hambre”. Como consecuencia del desabastecimiento de alimentos, el gobierno tuvo que responder, desde 1939, con las cartillas de racionamiento para organizar la distribución de los productos de primera necesidad. La tasación de los precios por debajo de su valor, sin embargo, dio lugar al desarrollo del mercado negro o estraperlo donde se vendía la producción no declarada, permitiendo un enriquecimiento escandaloso para los productores y, entre ellos, a los grandes propietarios. En muchos casos, los precios en el mercado ilegal duplicaron o triplicaron los del mercado oficial. En el caso del aceite y del trigo, un tercio de todo lo producido fue comercializado a través de estos procedimientos ilegales. En definitiva, la evolución económica durante los años cuarenta fue catastrófica. La política autárquica fracasó, era imposible producir todo, ignorando los más elementales principios económicos (ventajas de la especialización, economías de escala, reducción de costes…). El que, en 1950, casi el 50 % de la población activa estuviera empleada en la agricultura es un dato muy revelador del estancamiento que venía atravesando España.

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1. El plan de estabilización (1957-1959)Las dificultades que, a partir de 1956, se fueron acumulando en el campo de la economía provocaron una radical modificación en la política económica del régimen franquista. La situación era tan crítica que, por ejemplo, en 1959 España se podía haber quedado sin petróleo por falta de divisas para pagarlo. Franco había formado, en 1957, un nuevo gobierno en el cual dos personalidades destacadas del grupo tecnócrata –técnicos ligados al Opus Dei- ocuparon dos carteras básicas del área económica. Éstas fueron la de Comercio, desempeñada por Alberto Ullastres, y la de Hacienda por Mariano Navarro Rubio. A lo largo de la década de los 60 serán siempre políticos de esta tendencia tecnócrata los que dirigirán la política económica en España y los que dirijan la mayoría de los ministerios. Los nuevos ministros, Ullastres y Navarro Rubio, elaboraron un Plan de Estabilización Económica, que consideraban imprescindible para asentar sobre unabase sólida el proceso de crecimiento económico que se quería iniciar. Para poner en marcha al Plan hubo que vencer muchas reticencias. Ni Franco ni Carrero Blanco lo acogieron con demasiado entusiasmo. Pero no había otra receta para sacar a España del marasmo económico. Finalmente, el Plan de Estabilización recibió la aprobación del Gobierno mediante un Decreto fechado el 21 de julio de 1959. Mediante este Decreto se impusieron una serie de medidas básicas para orientar la economía del país. Citaremos sólo algunas de las más significativas: 1. Reducción del gasto excesivo del Estado y del de los particulares. Esto implicó restricciones en la concesión de créditos y congelación de los salarios, para reducir la circulación fiduciaria (= para luchar contra la inflación). 2. Desaparición progresiva de los controles del Gobierno sobre las actividades económicas. 3. Apertura de la economía española a los mercados exteriores. Ello obligó a devaluar la peseta (60 ptas. un dólar; antes, 42 ptas.). La finalidad última de esta operación de política económica era poner en contacto la economía española con la internacional. Esto se hacía en un momento en que ésta se encontraba en una etapa de fuerte crecimiento. Por otra parte, poco después de la publicación del decreto citado, el Gobierno dio muchas facilidades a las empresas extranjeras que quisieran instalarse en España. Con ello se eliminaban buena parte de los obstáculos que, en este terreno, se habían creado a lo largo de la etapa autárquica. Para realizar esta transformación económica, España pudo contar con la concesión de importantes créditos internacionales, del FMI, la OECE y del gobierno y la banca norteamericanos. En resumen, este Plan de Estabilización fue calificado como "la operación económica de más alcance realizada por el Estado en el período 1939-1959", fue una "operación singular y laudable de política económica". Su aplicación fue un éxito. España va a conocer una etapa de fuerte crecimiento económico, incorporándose, definitivamente, en el reducido club de países industrializados del mundo.
2. La España del desarrollismo. Los resultados del Plan de Estabilización fueron inmediatos. No obstante, a corto plazo, entre 1959 y 1960, el Plan produjo, como es normal en este tipo de operaciones, una fuerte recesión económica (congelación salarial, caída del consumo y de la inversión, aumento del paro…), todo estaba previsto y entraba dentro de los cálculos. Pero a partir de 1961 se produjo un fuerte crecimiento económico calificado por algunos como milagro español. El crecimiento se basó en una fuerte expansión industrial que se produjo por los bajos salarios, comparados con los de los trabajadores europeos, y la masiva llegada de capitales extranjeros que veían en España un lugar favorable para las inversiones. Se construyó así un tejido industrial diversificado y potente, un fenómeno sin precedentes en la Historia de España. El crecimiento industrial atrajo a un gran número de campesinos que huyeron en masa a las ciudades. Éste fenómeno motivó, a su vez, un alza de los salarios agrícolas por la falta de mano de obra. Pero este hecho contribuyó a la mecanización del campo por lo cual se produce también la modernización del sector agrario, que iba en paralelo con el despoblamiento del interior del país. En el sector servicios, el turismo fue el verdadero motor de la economía: miles de europeos acudían a España aprovechando los bajos precios, la oferta de sol y playa y la existencia de una infraestructura hotelera en rápida expansión. La balanza comercial (diferencia entre importaciones y exportaciones) era deficitaria, pero la balanza de pagos (donde intervienen además más factores) se cerraba con un saldo positivo (superávit) por los ingresos del boom del turismo, por las remesas de los emigrantes españoles en Europa y por los capitales extranjeros invertidos en nuestro país. A partir de 1963 el gobierno intentó regular el crecimiento mediante los Planes de Desarrollo, copiados del modelo francés. Desde el gobierno se marcaban objetivos económicos a cumplir cada tres años en determinados sectores, complementando las medidas con subvenciones públicas e incentivos fiscales. Dos de los objetivos perseguidos eran la industrialización de nuevas zonas y lograr disminuir el desequilibrio económico regional, en estos aspectos el balance fue un rotundo fracaso. El crecimiento fue ininterrumpido entre 1961 y 1973, pero debe tenerse en cuenta que el triunfo del Plan se vio catapultado por la bonanza económica internacional que se da en este periodo y que posibilitó el crecimiento, de la misma manera, cuando llegue la crisis del 1973, el contexto internacional influirá poderosamente sobre la economía española. El aumento de los intercambios con Europa impulsó al gobierno español a iniciar "conversaciones exploratorias" con la CEE. En junio de 1970 España y la CEE firmaron un Acuerdo preferencial que estuvo en vigor hasta la plena integración de nuestro país en la CEE, el 1 de enero de 1986. En octubre de 1973 se desencadenaba la crisis del petróleo como medida de protesta de los países árabes exportadores de petróleo contra Occidente por su apoyo a Israel. Dos meses después, moría el jefe del gobierno, Carrero Blanco, en un atentado terrorista de ETA. Dos hechos coincidentes en el tiempo que abren paso al declive del régimen y a su descomposición interna. El final del franquismo coincidía, en efecto, con una caída del crecimiento económico, un incremento de la inflación y un aumento del paro.